"El hombre es lo que come"

"El hombre es lo que come"
Ludwig Feuerbach, dixit

viernes, 29 de enero de 2010

Bombón

Bombón
(Un cuento hecho corto)

Parece que ciertos instantes en la vida, breves destellos significantes entre largos silencios anodinos, son los que la cambian, dirigen nuestros actos, guían nuestros sueños de manera insospechada, llevándonos hasta a aceptar -incluso con ternura y devoción- la más grande desolación, manteniendo ante el destino una enigmática sonrisa, como la de Mona Lisa

El amor es un gran chocolate. Un bombón relleno de un sabor embriagador que nos invade, indescriptible… Sí, uno puede presentir el dulce momento salivando, prediciendo con gran apetito el sabor que vendrá a la boca, un estallido de múltiples sabores con color, textura y calor… pero lo que nunca podemos anticipar, es la farsa, el dulzor amargo de un licor que se entremezcla animosamente con el suculento chocolate y que nos araña la garganta robándonos el aliento por nuestra insensata osadía... El amor nos hace tolerar con gusto –e ignorar inclusive en ocasiones-, al dolor.

La sorpresa puede acabar siendo un premio, una cereza roja pícaramente escondida, una tentadora y rolliza turgencia perfumada de licor... o bien una frutita dulzona, o una semilla dura y seca, breve, que incita a comer más y más para recrear la sensación de cascarla una y otra vez entre los labios, uniéndolo al gusto de sentir desfallecer en la boca la morbidez de una cubierta untuosa que, instantáneamente, se derrite al calor de la lengua caliente... un éxtasis breve de puro placer.

Pero la avidez lleva a la compulsión, a no saber conformarse con menos… entonces la carrera que comienza en el descubrimiento de un placer virgen, acaba en la voluptuosa adicción de la más elaborada y perfeccionada satisfacción… la muerte de goce en el vórtice agudo del placer. El amor hermoso es una sensación compleja que también se debería paladear. Son flores, frutas, licores, perfumes… hasta cortezas de madera… habría que volverse niño para satisfacerse solamente con la emoción simple del momento de la revelación -sobretodo cuando ya se ha mordido la manzana, y en consecuencia, se ha sido oprobiosamente expulsado de algún remoto edén-. Es por eso que creo que el chocolate es un amor perfecto... Es tierno, dulce, generoso en sensaciones, nunca dice que no, siempre está dispuesto a fundir su vida con la tuya, dándote lo mejor de sí pues sabe que no morirá en vano, que seguirá en tu sangre y en tus venas, que será recordado sin rencor alguno, en cambio, con la más amable y dulce de las sonrisas, como quien evoca en un momento solitario al más tierno y entregado de los amantes… y eso último fue justo lo que me ocurrió…

Este era el último bombón de la caja. Yo sentía ese estremecimiento conocido en la boca del estómago. Pero esta vez la sacudida fue mayor. Tenía miedo, miedo de darme cuenta que luego ya no habría más. Yo me preparaba abriendo mis sentidos para recibirlo con todo el cuerpo, no importaba la gente, no importaba nada, éramos sólo el bombón y yo.

Pero no estábamos solos. A nadie le gusta ver ojos bonitos en la cara de otro, era preciso proteger la joya de mi corona... “Yo sabía que era el mejor, por eso lo dejé para el último” –dije en voz alta- para dejar bien claro que no me lo iba a dejar arrebatar, no esta vez. Me sudaban las manos, fingía sonreír para que nadie pudiera notar la turbación del pacto de sangre que firmaba yo en ése momento. Me latían las yemas de los dedos, y calculaba como apresar con ellos la cilíndrica fuente de mi placer, sin lastimarla ni vulnerarla, en el breve trayecto que media entre mis manos y mis labios… entonces ya abiertos, urgidos y expectantes…

Acudí a su llamado dejando que su cálida y embriagadora fragancia me rozara la boca, percibía su delicioso aroma con fruición, con los ojos cerrados, era una unión más que física, el preludio de un acto, una entrega entre iguales. Era como una alegre nostalgia… una suerte de despedida generosa de la causa placentera que nos retiene en nuestras fundas mortales.

Yo posé mi lengua discretamente en su punta… entonces un fuerte escalofrío me recorrió el cuerpo, un vapor caliente que me subió desde el centro del pecho a la cara, me impulsó a dejarlo entrar todo en su nuevo estuche… yo temblaba de turbación, sonreía cubriéndome la nariz con los dedos y frotándome con el envoltorio y oliendo así donde él estuvo antes… No me atreví a morderlo, no… era magnífico y me llenaba por entero. Me dediqué pues, a mimarlo con mi lengua, con deleite y suavidad, reconociéndolo y acabando su resistencia con el calor de mi boca ansiosa de sensaciones… Cacao, manteca, licor, esencias, azúcar y leche… La lucha fuerte y fundente lo hacía disolverse poco a poco, obsequiándome con su aromático elixir al final de mi lengua…

Al tiempo de acariciarlo, sentí el ardor de su precioso tesoro goteando en mi garganta, haciéndome brotar lágrimas de gusto, estremeciéndome a medida que concebía el éxtasis embriagador naciendo de su fruto licoroso, un fruto de sabor fuerte y amargo. El delicioso efluvio que me subía por la nariz, me advertía también que todo estaba por terminar, que ya se me había dado por completo. Yo lo amé entonces, cuando lo sentí latir en mis entrañas regalándose entero… y lo amé más después, a medida que se esparcía dentro de mí.

Yo le agradecí ese momento de completitud que me acababa de brindar -y que nadie me podría ya robar- , lamiéndome los labios, llevándome las manos a la cara, aspirando fuertemente, repasando palmo a palmo esa sensación que quedaría prendida en mi alma para siempre… había sido el último… y el mejor.

Daniel Peñaloza Herrera



Algunas sugerencias para darse un gusto...


Bombones Astor

En 1930, el suizo Enrique Baer abrió el Salón de Té Astor en Medellín, Colombia, donde había llegado unos años antes a trabajar como técnico pastelero en una fábrica de chocolates.
Desde sus inicios, don Enrique y su esposa Anny Gippert se encargaron de supervisar la precisión de los procesos y la calidad de los productos que ofrecían en su nuevo Salón de Té Astor, en un pequeño local de la carrera Junín, epicentro social y comercial de la ciudad, con cinco mesas, diez empleados y un modesto y rudimentario equipo, compensado con los vastos conocimientos de su dueño.
Actualmente su oferta tradicional enriquece con creativas combinaciones de coberturas de diversos tipos, chocolates amargos con café, trocitos de naranja y bombones de crema sacher, sus estuches son todo un lujo.

Dirección: Carrera 43A 25A-106
Teléfono: (574) 316 6020Email: astor@elastor.com.coMedellín, Colombia

Kakao entrañable

Los Conocidos Bombones de Kakao de María Fernanda di Giacobbe, son un universo de sabores texturas y recuerdos, capturados en un espacio de 2x2 centímetros. Elaborados con Chocolates El rey, sus nombres y combinaciones de relleno, son tentaciones a la curiosidad, el “Sucre” con sal de Araya, “Lara” con pimienta y caramelo, “Tocuyo” con vino tinto, “Carora” con champaña, “Maracaibo” con ciruela y tocineta, e infinidad de otros en constante renovación y experimentación. Trabajan con artistas venezolanos, editoriales y disqueras (Cacao music) en el diseño de creativos estuches –más de 100 diseños-. Planean sintetizar los sabores de la hallaca en bombón, y en 2009 lanzar una línea de bombones firmados por conocidos chef, así como una gama elaborados con Chocolates Paria.

Tienda Kakao Telf. (0058) (0212) 993.5583

Orgánico Cacao



Lalínea de productos Cebe, conocida en Europa por su excelente relación calidad-precio, está respaldada por certificados que avalan su fabricación con cacaos provenientes de cultivos orgánicos. En el caso del especial Cacao en polvo Cebe Edless Aroma, resalta su intenso color oscuro, su perfume untuoso y profundo, especialmente soberbio para dar sabor y perfumar brownies, tortas de chocolate de estilo alemán, selva negra, entre otras. Su Trink Schokolade, es un cacao soluble, único en el mercado nacional perfumado con cardamomo y canela, naranja o almendras. Cuentan también con chocolates para untar con sabor a avellana, vainilla, chocolate blanco y oscuro y dark. Disponibles en todos los supermercados.
Distribuye Intex Telf. (0058)(0212) 862.9393

Cacao ancestral


El Chocolate Paria proviene de un cacao orgánico, de cultivo artesanal, que crece bajo la sombra de árboles frutales que, impregnan suavemente sus cacaotales de los sutiles perfumes y sabores de la región sucrense. Es un chocolate procesado sabiamente, otorgándole, personalidad y cualidades propias –no contiene vainilla ni lecitina de soya-, puro, que se disuelve con extraordinaria facilidad, de sabor cremoso y agradable, lo que lo hace un aliado especial para la cocina y la repostería. Viene en versiones de 70%, 60%, 50% y de leche. Disponible ahora en Atar, con sus traslúcidos estuches vitrificados de la artista Solange Thonon y en la tienda Kakao, en Trasnocho cultural.
Chocolates Paria (0294) 511.2740 c.thonon@chocolatesparia.com

El gran cacao





KKO Real Premium, un polvo de cacao 100%, presentado en un empaque trilaminado de 200 gramos, llena un espacio casi vacante en los anaqueles de los supermercados. Cuenta con dos versiones, Taza, un polvo de cacao puro y sin aditivos para elaborar chocolate de taza, y Repostería, de alto rendimiento e intensos aromas. Su calidad es lograda y controlada mediante tecnología de punta y un excepcional proceso de selección y cuidado de los frutos y proceso de producción. A la venta en las principales cadenas de supermercados de Venezuela.